lunes, 31 de mayo de 2010

Un entierro bajo la lluvia

Suena el telefono.

Joan- A las 9 paso por ti.
Mariana- Entonces si me vas a ayudar a enterrarlos?
Joan- Si.
Mariana- Nos vemos entonces.

Los cuerpos estan en una caja. La caja esta humeda por la mezcla de sangre y fluidos corporales. Me da grima acercarme a la ella pero tarde o temprano tengo que hacerlo y no quiero esperar hasta mañana. No quiero que toda la casa huela a muerto. Estoy completamente segura de que eso me produciria como minimo un ataque de panico y terminaria huyendo de casa para no pensar en los cadaveres. Lo mejor es enterrarlos hoy y acabar de una vez por todas con ese asunto.

Maldita sea. No puedo pensar. Mi mente es un charco turbio y sucio en estos momentos. En el que miles de peatones apurados e infelices pisan sus reflejos y queda solo la mugre y un brillo lejano de carretera.

Todo se remonta a mi sed de soledad. Todo se remonta a mis angustias. Todo se remonta a esta casa de fantasmas. Quiero sacarme los ojos para que mi cabeza pueda descansar. No he dormido en 3 dias. El tema recurrente ha sido la muerte pero hoy voy a enterrar todo. No solo los cadaveres, hoy voy a despedirme de todo lo que no quiero volver a ver, de todo lo que tiene que estar bajo tierra.

Es un asunto peculiar. La paz que genera cavar en la tierra con tus propias manos, con las uñas y con los dientes para formar una tumba donde olvidar todo lo que no tiene nombre.

La muerte solo es poetica porque nos refugiamos en el arte para no caernos de rodillas bajo el peso de nuestro sufrimiento. Sin embargo, hoy no se trata de la muerte, se trata de los cadaveres.

9.45 pm.
Bajo al carro junto con la caja, una pala y una poema escrito en un pedazo de papel arrugado. Esta lloviendo, vaya cliche! Llegamos al sitio acordado y nos adentramos en el bosque. Es todo un clasico de pelicula: Cavar una tumba en medio de un bosque, en medio de la noche y bajo lagrimas del cielo.

Joan tiene la pala en las manos. No me ha preguntado nada. No me pregunto porque lo habia llamado a el, porque la urgencia, que habia pasado. Simplemente le pedi ayuda y el vino a ayudarme. Eso es porque las amistades van por dentro, son asuntos del espiritu, no las cuestionas. Me alegra que haya venido, yo sola no hubiese podido.

La poca luz que penetra las copas verdes de los arboles no es suficiente. Se pierde a la altura de mi cara en una hoja curva dividida en 3 que brilla por el agua que cae sobre ella.
Joan pregunta si la profundidad esta bien. Me agacho y mis manos tocan el olor de tierra humeda y virgen a la cual le acaban de arrancar sus gusanos y raices. No es suficiente. Le quito la pala y sigo cavando.

Ahora si. Dejo los tres cuerpos. Uno al lado del otro, pongo la nota que habia escrito y un puñado de tierra. Los rostros ya sin expresion se hunden bajo la capa de olvido que atina mi pala. Los pierdo de vista.

Salimos del bosque y me siento mejor. Me siento mucho mejor. Me fumo un cigarro o dos y joan me deja en mi casa.

Gracias por no preguntar! Uno nunca sabe cuanta ayuda te puede dar un amigo simplemente sentandose a tu lado y escuchando tu silencio.

Me deja en mi casa y subo las escaleras. Pongo la pala a un lado y boto las bolsas. Tengo sangre y restos de lodo en las manos pero mi mente esta libre, ya puedo volver a dormir.

1 comentario:

Andreas Hettmann dijo...

Eres buena bella! Deberías escribir algo mas largo algún día, pienso que te iría bastante bien!